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viernes, 6 de febrero de 2009

Arqueólogos aplican la última tecnología para descifrar el enigma de Stonehenge

La primera excavación en casi medio siglo en Stonehenge podría aportar alguna definitiva clave para descifrar el significado del lugar, erigido en varias etapas entre el año 3000 y 2300 A.C.

Los últimos avances científicos para datación de minerales y restos orgánicos se aplicarán al material que se extraiga del agujero de 3,5 metros de largo, 2,5 de largo y uno de profundidad que ha comenzado a cavarse en una pequeña parte del terreno, en la primera excavación que se autoriza desde 1964. Desde entonces, poco se ha avanzado en conocimiento cierto acerca de Stonehenge y se han mantenido las diversas teorías que relacionan el lugar con un monumento fúnebre, tanto como sitio de enterramientos como de honra a los muertos; un observatorio astronómico prehistórico, por cuanto las rocas se alinean con el solsticio de verano; un enclave para magia, y un templo druida, aunque esto último es anacrónico, pues los druidas son posteriores.

Recientemente, al arqueólogo Mike Parker Pearson excavó en un lugar próximo, conocido como Woodhenge, y lanzó la hipótesis de que éste era un lugar de celebración de los vivos, frente al lugar de los muertos que sería Stonehenge.

También cabe la posibilidad de una suerte de «Lourdes de la edad de bronce», según ha sido calificado, por la posible creencia de que las enormes piedras traídas hasta este punto de Inglaterra tenían poderes curativos. Esa es la tesis que sustentan los profesores Geoffrey Wainwright y Tim Darvill, quienes realizan la presente excavación.

Seis años de estudio

Ambos se han pasado seis años estudiando la cantera de Preseli Hill, en la punta oeste de Gales, de donde al parecer preceden las 82 piezas de roca dolomita, que son de un color gris oscuro azulado. Aunque otras voces han indicado que las piedras podrían haber llegado a Stonehenge por el movimiento de los glaciares, WainWright y Darvill apoyan la versión de que fueron transportadas por tierra y mar desde las canteras que se encuentran a 230 kilómetros de distancia, e incluso creen haber encontrado trozos rotos de las rocas en el trayecto.

Precisamente fragmentos procedentes de los monolitos y dólmenes dispuestos en un doble círculo en Stonehenge son abundantes en el subsuelo del monumento. En ellos se centrará la nueva investigación, que espera además encontrar alguno de los antiguos puntos en los que estuvieron hincadas las rocas originalmente, pues muchas de ellas fueron movidas a lo largo de los siglos.
Tomado de www.igooh.com

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